domingo, 26 de julio de 2009

Nunca fue mi intención...

Lastimarte tanto

Siempre me convencí de que un dolor puede superarse con un dolor más fuerte. Aunque él haya querido hacerme entender otra cosa. Sé que es de ignorancia, pero la mente a veces juega juegos que nos (me) complican la existencia.
Por eso, para amenizar un poco el dolor de mi alma y corazón destrozados, me tatué... No fue suficiente. Aunque no solamente lo hice por eso. Era una cuenta pendiente conmigo misma, que me hubiese gustado ahcer antes y no en este momento ya que será un día que recordaré por siempre con felicidad y con un dolor y temor extremos.
En momentos anteriores, perforaciones que un poco me ayudaban. Pero necesitaba más y más para calmar lo que cada vez era más fuerte. Y empecé a hacer cosas que cada vez dejaban más marcas y cada vez más marcas. No podía detenerme hasta que llegué a una meseta de paz y tranquilidad. De contención total y de sentirme acompañada para el resto de mi vida. Esos momentos en los que sentía y sabía que nunca más volvería a estar sola ya no están. Se esfumaron en sólo un instante. El instante en el que se cumplían veinte meses. El instante en el que se llegaban a los dos años. El instante en el que perdí todo aquello por lo que había luchado con tanto amor, tanto rencor, tanta pasión y tantos celos. Ese instante debe ser calmado. Y ya no es como antes, como cuando con situaciones inofensivas se disminuía tanto pesar. Ya no es como antes. el dolor es enorme y requiere de una solución en la que quede aplacado y calmado por siempre. Una solución con la que no pueda volver a sentirlo, a apensarlo ni a recordarlo.
Lo sé. Y ya no está ese ser que me hacía entender que no era necesario.
Lo sé. Tengo que calmar este dolor. De la forma que sea porque se que te perdí para siempre y no lo soporto.
Ahora lo sé.
Sé para que estaba en el mundo. Y perdí mi oportunidad de ser felíz eternamente. Perdí esa posibilidad para siempre.
Lo sé. Es el fin. Es mi fin.

1 comentario: